martes, 4 de octubre de 2011

En la boca del lobo - Capítulo 2


"Y no le compadecerás; vida por vida, ojo por ojo, diente por diente, mano por mano, pie por pie." Deuteronomio 19:21

-¡Eh, tú, pedazo de mierda!- aunque gritó con todas sus fuerzas, la música estaba tan alta que podía no haberle escuchado-. ¡¡Te estoy hablando a ti, gilipollas!!
-¿Qué coño quieres?- preguntó el hombre sin girarse y sin alzar la voz, como si hablase con el vaso que tenía delante.
-¡¡Te estoy hablando!!- aulló, dándole una patada al taburete en el que se sentaba el otro, tirando ambos al suelo-. ¡Levántate, cabrón, levántate!
- Me cago en la puta...- alzó la cabeza y vio a los tres gorilas mirándole desde arriba. Alrededor de los cuatro se había formado un círculo que alejaba la marea humana que aún bailaba, casi por completo ajena a ellos, al ritmo de aquella taladradora de tímpanos que no callaba nunca-. Esto era completamente innecesario, amigo.
-¡Cabrón de mierda!- dijo el matón, agachándose para agarrar al hombre por las solapas de la cazadora y levantarlo a pulso en una demostración más de fuerza bruta-. ¿¡Es que estás sordo!?
- No- dijo lacónico- te he oído la primera vez, eres tú el que no usa bastones para los oídos.
-¿Es este tarado, Jimmy?- le preguntó a alguien a sus espaldas sin apartar los ojos de lo que sostenía.
- Sí, James- respondió uno de los brutos que lo acompañaban echándose una mano a la nariz, que aún seguía sangrando bajo los improvisados vendajes de papel higiénico y esparadrapo-, este es el hijo de puta que me ha roto la nariz.
-¿Estás seguro?- inquirió incrédulo.
- Sí- contestó el hombre con una sonrisa, inclinando la cabeza para mirar la cara enrojecida del herido-, yo le arreglé la cara a tu amigo Jimmy, y gratis además. Cualquier otro le habría cobrado por tan necesaria cirugía, ¿no te parece?
- Te ha tocado el premio gordo, colega- dijo James rechinando los dientes-. Cuando terminemos contigo no van a saber...
-¡Cállate de una puta vez y dame!- exclamó el desconocido de repente, interrumpiéndole. James quedó perplejo durante unos instantes, pero la rabia volvió a sus ojos en seguida y descargó sobre la cara del hombre un puñetazo que lo proyectó contra la barra, haciéndole chocar contra ella con tal violencia que la hizo temblar en una avalancha de vasos-. A que no era tan difícil...- murmuró, echándose la mano a los labios y mirando en ella la sangre que recogía.
 -¡Vamos, arriba, vamos!- gritaba el matón, alzando los puños como un púgil-. ¡Te voy a partir la cara, maricón!
 - Que poco respeto...- negó con la cabeza mientras se levantaba-. ¿Sabe tu madre que te dedicas a ir llamándole eso a la gente como si fuese un insulto?- preguntó distraído, absorto en la tarea de sacudirse el abrigo con cuidado de no cortarse con los cristales que le habían caído encima-. Perdón, a lo mejor a tu madre no, pero seguro que a tu padre no le haría ninguna gracia.
 -¡¡Te voy a reventar!!- echó el puño hacia atrás y lo lanzó contra el hombre. Antes de que los nudillos encontrasen su objetivo, el desconocido se hizo a un lado y le abofeteó la mejilla en un mismo movimiento.
 - Venga, James, cuando no me movía lo sabías hacer muy bien- sorprendido por segunda vez, el joven tardó un momento en ordenar sus pensamientos y ponerse de nuevo en guardia. Volvió a intentar golpear aquella cara y nuevamente lo esquivó y le abofeteó, lo intentó una vez más y el resultado fue el mismo. Una furia que no podía contener afloró a las mejillas del bruto y se abalanzó sobre el extraño, que en ese momento le cogió de las muñecas, deteniéndolo-. Así no, James- el hombre hundió sus dedos en la carne que tenía entre ellos, el matón dejó escapar un gemido de dolor y aflojó los puños. Con un repentino tirón, el desconocido giró y abrió los brazos y James cayó de rodillas en el suelo, aullando de dolor, mirando con angustia el ángulo en el que le habían doblado los suyos-. Así, se hace así.
 -¡¡Cabrón!!- el otro montón de músculos se echó hacia delante con los puños preparados, en un segundo ya estaba encima de ellos. El hombre soltó los brazos de James, que se quedó postrado por el dolor, y con ambas manos apartó el puño de su atacante, propinándole un fuerte cabezazo en la nariz cuando la inercia lo acercó a él-. ¡¡Mi nariz, me ha roto la puta nariz!!- gritó al caer, echándose las manos a la cara, con la sangre manando entre los dedos.
 - Sí... dos narices seguidas- jadeó el extraño, frotándose la frente-, debe ser... mi día de suerte, muchachos.
 -¡¡Te mataré!!- Jimmy, que hasta entonces se había quedado quieto, saltó por encima del segundo matón y embistió como un animal. Con todo su peso en aquella carga, arrolló al hombre y ambos fueron a dar contra la barra, golpeando la espalda del otro contra ella. El hombre forcejeó para sacárselo de encima en vano, Jimmy lo tenía bien agarrado y al momento la emprendió a rodillazos con su estómago-. ¡¡Jódete, jódete, jódete!!- repetía con cada ir y venir de la pierna. El desconocido consiguió colar un brazo entre los del gorila y le cogió la nariz con el pulgar y el índice, apretando el tabique nasal. Jimmy soltó un alarido que se pudo escuchar por encima de la música y se quedó quieto, cerrando los puños en torno a aquella mano que lo torturaba.
 - Control... de la ira...- tosió con la mano en el estómago-, te hace falta, Jimmy- se echó hacia adelante, alejándose de la barra, y apretó aún más la pinza de sus dedos, las piernas del joven fallaron y cayó al suelo junto a su compañero, ambos con las narices destrozadas.
 Entre tanto, James, que se había recuperado, cogió un taburete con ambas manos, estrellándolo contra los hombros del extraño, haciendo que diese varias zancadas hacia adelante para no perder el equilibrio.
 -¡Te voy a dejar nuevo, colega!- rió triunfante, persiguiendo a la aturdida figura para volver a golpearla. Como si fuese un bate, lo puso detrás de la nuca y trazó amplio arco. El hombre se agachó y el taburete pasó por encima de su cabeza. Se alzó de un salto y, antes de que el joven pudiese reaccionar, le propinó un fuerte puñetazo en el vientre, robándole el aliento, y otro en la mejilla, echándolo hacia atrás.
 - Ahora me has cabreado- dijo y metió la mano en el bolsillo del gabán, extrayendo una pequeña barra rematada en una esfera metálica que, con un golpe seco, se mostró en su verdadera longitud con un sonido que hizo estremecerse a los que pudieron oírlo-. Vas a cagar dientes durante un mes, chico- en ese momento se dieron cuenta de que la música ya no sonaba.
 - Espera un momento, Conan, ya está bien, suelta la extensible ahora mismo- dijo una voz femenina a las espaldas del hombre, que notó una presión y algo frío posado contra su nuca-. ¿Es que no me has oído?- la presión se hizo un poco más acuciante y obedeció-. Bien, ya habéis causado suficiente alboroto por hoy, quiero que os vayáis todos de mi maldito local y que no volváis en vuestra puta vida, ¿entendido?- los chicos se levantaron y se fueron como pudieron, pero el hombre se giró lentamente y sus ojos se encontraron con los zafiros de la que le hablaba. Una melena rubia caía sobre sus hombros blancos, rectos y fuertes, casi masculinos. En su cara afilada, de duras y frías facciones como las de una estatua, no se leía nada más que desprecio. Pero un brillo de reconocimiento se hizo en aquellos ojos profundamente verdes, surcándolos como un rayo y los labios de rojo se abrieron en una mueca de asombro-. No puede ser...- dijo con un hilo de voz, apartando la pistola de la cara del hombre sólo para volver a posársela contra la frente, dibujando un rictus de ira-. Tienes unos huevos que no te deben de caber en los calzoncillos para montarme este espectáculo.
 - Katyu...
 -¡No te atrevas!- gritó ella, interrumpiéndole-, ¡no te atrevas a llamarme así, bastardo asqueroso!
 - Está bien- dijo con una sonrisa, levantando las manos-. Está bien. Hola, Yekaterina.
 -¿¡Hola!?- empujó al hombre con fuerza sin bajar el arma-. Después de cinco años sin saber nada de ti vienes aquí, me jodes el negocio, te dejan hecho una mierda, te pongo una puta pistola en la puta cara, ¿¡y todo lo que se te ocurre decirme, jodido gilipollas, es hola!?
 - Te echaba menos.
 -¡Veta al Infierno!- exclamó. Durante unos segundos se quedó mirando aquellos ojos y aquella sonrisa surcada de sangre. Dio un sonoro suspiro y dejó de encañonarle-. ¡Tolya!
 -¡Da!- respondieron desde alguna parte del local, ya vacío.
 -¡Echa a todos los que aún se estén metiendo en el baño y echa el cierre!
 -¡Bien!
 - Nos vamos- dijo con voz cansada-, hay que ponerte algo en ese labio.
 - Katyusha, yo...
 - No, te he dicho que no me llames así- respondió sin mirarle-. Aún no.
 - Necesitaba hablar contigo...- dijo él con un tono que era casi de súplica-. Los estoy buscando...
 -¡Joder, Lawrence, cierra la puta boca!- chilló-. Tú... sólo... no digas nada hasta que lleguemos a casa- se alejó a pasos firmes y elegantes, con el vestido negro casi lamiendo el suelo pero sin llegar a tocarlo, dando la impresión de que en realidad sus pies tampoco llegaban a hacerlo.
 -¡Lawrence!- le llamó otra voz, esta vez masculina, alejando su atención de las curvas de la mujer. Se giró  y no pudo apartarse a tiempo de la trayectoria de un puño que se precipitó contra su cara con una fuerza que a punto estuvo de romperle la mandíbula. Cuando el mundo volvió a su posición original y las luces dejaron de danzar ante él, alzó la cabeza y lo vio. Un titán de dos metros de altura, con una espalda y unos brazos que no desmerecerían los de Atlas, embutido en un traje negro con una corbata que en su ancho pecho se veía ridícula. Sobre sus ojos azules y claros como el hielo, lucía una cabellera pelirroja.
 - Vaya- tosió dolorido-, Mijail, siempre es un placer que me rompas la cara...
 - Debería arrancarte la lengua y hacértela tragar- respondió, abriendo y cerrando el puño.
 - Seguro que así mejoraba mi ruso.
 -!Hijo de...¡- lanzó una de sus enormes manos al hombro de Lawrence, que ni siquiera hizo un intento de defenderse, levantando la otra ya cerrada con el pensamiento de hundírsela en el cráneo si se veía capaz, pero con visible esfuerzo se contuvo-. Eres un estúpido, tenías que haberte quedado en tu agujero y pudrirte en él.
 - Llevo haciéndolo demasiado tiempo, Mijail- respondió, posando una mano en la que aún le agarraba el hombro-, ya era hora de volver.
 El gigante se quedó mirándolo con la misma expresión que Yekaterina y al cabo lo soltó con un bufido cansado.
  - Ya lo veremos, Lawrence, ya lo veremos.

1 comentario:

  1. (Risas + aplausos = éxito total)
    Muy bueno, Fer, me ha matado lo de "siempre es un placer que me rompas la cara" Jodidos rusos...

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